✍🏼 Hola,
¿Cómo estás?
Sigo en Chile en la región de Coquimbo, a unos 500 km al norte de Santiago.
Desde la última carta he pasado cinco días en el Elqui, un lugar privilegiado para experimentar dos universos. El que abre la noche para la observación astronómica y otro más terrenal y diurno: el del pisco.
Para mi sorpresa encontré pocos turistas. A los nacionales les frena la inflación y a los internacionales el desconocimiento. No se animan a explorar destinos más allá de Torres del Paine, San Pedro de Atacama e Isla de Pascua.
⭐️⭐️⭐️ Estrellas y planetas 🪐🪐🪐
Llegué al Valle del Elqui siguiendo mi recién adquirida fascinación por los cielos y las estrellas.
Es cierto que todo el norte de Chile es excepcional para la observación astronómica. No en vano, más del 40% de los observatorios astronómicos profesionales de todo el mundo están concentrados en las regiones de Atacama, Antofagasta y Coquimbo.
Pero lo que hace especial al Valle del Elqui es la proliferación de pequeñas empresas privadas y municipales que ofrecen tours astronómicos para turistas.
Todos los tours se asemejan: recogen a los clientes en el punto acordado, ofrecen bebidas calientes y frías durante la experiencia y cierran la noche con una sesión fotográfica.
La diferencia entre unos y otros, y que justifica que se tomen tours una y otra vez, es que las experiencias pueden ser muy diferentes dependiendo del guía y de la presencia o ausencia de luna la noche de la observación.
Si hay luna llena, ella es la protagonista. Por el contrario, si hay luna nueva, la Vía Láctea es quien se lleva nuestra admiración.
En Valle del Elqui tomé un tour con Omega, que se vende por tamaño y casta: tienen el mayor telescopio turístico de Chile con un espejo de 24 pulgadas y es de la marca Hubble Optic, al igual que el gran telescopio espacial de ese nombre.
A pesar de tener el gran telescopio, el evento empezó como el resto de los tours: observación a simple vista.
Cuanto antes hayas dejado de mirar la pantalla de tu móvil, más verás, ya que se necesitan unos 20 minutos para acostumbrar nuestra vista a la oscuridad.
En el hemisferio sur es muy fácil ver sólo con nuestros ojos a la Cruz del Sur y aprender a identificarla. Para las culturas andinas es la Chakana, la puerta hacia lo más elevado. Es, además, la constelación que marca el Sur, la equivalente a la estrella polar en el hemisferio norte.
Encima de ella hay una luz fulgente. Es Alfa Centauri, está a sólo 4,4 años luz. Si le enviamos un mensaje, le llegaría a finales de 2028.
Moviendo la vista desde Alfa Centauro hacia la derecha en esta época del año aparece la constelación de Escorpio, con su gran cola ondulada y una estrella con brillo intenso y rojizo. Es Antares. Es gigante.
También se ven las constelaciones de Sagitario y Capricornio, pero sus líneas son tan complicadas de ver que los guías enseñan a buscarlas rastreando el cielo buscando una tetera para la primera y una B para la segunda. Y así es fácil ubicarlas, trazarlas y asombrarse.
Hace un mes raramente miraba al cielo. Ahora sonrío cuando identifico una nueva constelación.
También a ojo desnudo se ven Venus y las nubes magallánicas, las galaxias más cercanas a la nuestra. Pero para verlas sí que necesito que el guía apunte su ubicación con un láser.
Incluso vi Saturno cuando se levantaba en el horizonte. Un mero puntito brillante.
Luego lo vi a través del telescopio, rodeado por sus aros inclinados. Rutilante. Incluso vi a su luna Titán. Diminuta. Pero ahí estaba, al otro lado de la lente.
Como nuestro satélite estaba en fase creciente, se enfocó el telescopio hacia la luna. Se identifican fácilmente varios “mares”, incluido el de la Tranquilidad, donde alunizó el Apolo XI. También infinidad de cráteres.
También sólo con el telescopio vi cúmulos y nebulosas. Hay quien tiene la capacidad para ver algunos a simple vista. Yo no soy de ese grupo.
Con el telescopio volvimos a observar Alfa Centauri. Lo que veíamos a simple vista como una luz brillantísima, a través de la lente se convirtió en dos. Una es más amarilla y la otra más naranjita. (Si ves rayas corriendo hacia todos los lados, tienes astigmatismo).
En realidad, Alfa Centauri son tres estrellas, pero la tercera sólo se puede ver con un telescopio del observatorio profesional.
Otra de mis noches en Valle del Elqui opté por la experiencia original de Collasuyo Astronómico. Para la observación no emplea telescopio sino prismáticos y alarga el evento hasta cuatro horas para incluir la visión andina del firmamento.
Loreto, la guía, es una maestra nata. Me demostró lo mucho que los incipientes observadores de estrellas podemos disfrutar con tecnología de andar por casa.
Lamentablemente no pude realizar el tour de Alfa Aldea porque sus guías estaban de vacaciones. Una frustración porque es único observatorio astronómico turístico que incluye la experiencia de escuchar al espacio con una gran antena.
🥃🥃🥃 Catando pisco🍸🍸🍸
Si las noches las reservé para las estrellas, el día lo consagré al pisco. Es un aguardiente de uva que se produce en Chile y en Perú y que, en sus mejores calidades, se asemeja a una grappa premium. Quizá lo conozcas porque es la base del pisco sour.
En Chile la uva para pisco sólo se puede cosechar en las regiones de Atacama y Coquimbo, pero prácticamente todo el proceso de maceración, prensado, destilación y embotellado se hace en el Valle del Elqui.
Mientras que las cooperativas industriales de Mistral y Capel controlan el mercado en volumen, las pisqueras tradicionales de Aba, Doña Josefa y Los Nichos se llevan la fama en cuanto a la calidad.
Capel y Aba están muy cerca de Vicuña, la ciudad más grande del Valle y donde me alojé.
Desde allí es fácil llegar a esas pisqueras en los taxis colectivos, que salen cuando se llenan, cobran precios módicos y acomodan los recorridos a los destinos de cada pasajero.
Capel es enorme, pero su guía está muy despistada. En el apartado de Historia sus fechas eran absurdas, pero se empeñaba en colocar a los españoles en Chile ya en 1430 y, definitivamente, antes que en Perú. Ahí, confieso, me desconecté hasta el momento de la cata, que fue muy pobre.
Por su parte, el tour de Aba fue correcto pero no memorable. Es una de las pisqueras que más variedades de uva utiliza: tres moscatel, la Pedro Jiménez y la Torontel.
Para visitar Mistral, Doña Josefa y Los Nichos hay que desplazarse a Elqui Pisco, un pueblo en el municipio vecino de Paihuano.
Se llega en autobús desde Vicuña en apenas 40 minutos, en un viaje por un valle que se encajona y retuerce según avanza el trayecto.
Por momentos lo único que se veía eran viñedos de uva de mesa para la exportación trepando por las laderas y cultivos industriales de cítricos por las estrechas planicies que serpentean en la profundidad del valle.
Frecuentemente estos cultivos están ocultos por unas mallas y, que según se utilice, los protege del calor, de las heladas, del viento y de la polinización.
Pero no impide que se escape el olor. Me recordaron a Sevilla en primavera. Era el azahar. Los mandarinos estaban en flor.
Ocasionalmente veía grafiti desde la ventana del bus. Las letras eran gigantes y sus mensajes: “No es la sequía, son los fundos”. También los hay en las paredes de Vicuña: “No es sequía, es saqueo” o pósters acusatorios relacionando la minería con la escasez de agua.
Cuando llegué Pisco Elqui me pasé un buen rato caminándolo. Es un pueblo tan lindo como un juguete de Reyes Magos.
La cooperativa Mistral, situada frente a la plaza principal, estaba cerrada, así que caminé 1 km hasta la pisquera tradicional Doña Josefa.
Es propiedad de los descendientes de la cuarta generación de una catalana con el mismo nombre. El tour es gratuito y don Pedro, el guía, es didáctico, entretenido y divertido.
La pisquera es tan artesanal que se embotella y etiqueta a mano y las proporciones para rebajar el alcohol a los grados permitidos por el Consejo Regulador se hacen con lápiz, papel y la regla de tres.
Su botella más cara es la de pisco añejado en barrica de roble francés que se vende unos 40 euros.
La terraza-comedor es espectacular, con los Andes nevados al fondo y sobre los viñedos de moscatel y Pedro Jiménez.
Al acabar la cata, don Pedro me llevó en su coche a Los Nichos, para que no caminase bajo el sol después de haber catado 5 piscos.
La pisquera Los Nichos tiene la curiosidad de tener cavas, que el dueño de la finca vio en su viaje a Francia, hace más de un siglo, y quiso replicar en los bajos de su casa.
Los vecinos las confundieron con unos nichos y de ahí el nombre de la pisquera, que sigue perteneciendo a la misma familia.
Los Nichos son, además, famosa por tener su propio fantasma.
Para regresar de Los Nichos a Pisco Elqui llamé a un Uber “árbol”. Allá donde no hay la app, funciona el ingenio y la ingenuidad. Te dejo una foto, para que me entiendas.👇🏼
📝📝📝 Gabriela Mistral: la poeta Nobel📝📝📝
Regresé a Vicuña en el bus local, parando Montegrande.
Aquí está enterrada la poeta Gabriela Mistral. Este pueblo chiquito es una elegante declaración de amor a la poeta. Al igual que Vicuña, el lugar en el que nació.
🚌 Me fui del Valle del Elqui una mañana temprano.
Mientras empujaba mi maleta hacia la estación de autobuses un coche rojo se paró a mi lado.
Un chico joven bajó la ventanilla.
Me dijo que si iba para La Serena me llevaba por 4.000 pesos (unos 4 euros, 50 céntimos más que el bus).
Debió ver mi cara de sorpresa y aclaró: “piense en mí como el Uber de los trabajadores”.
Me reí. Vi que en el interior estaban dos mujeres. Guardé mi maleta y subí.
La hora de trayecto dio para conversar.
La historia del conductor resultó ser que los precios en Chile han subido más que los salarios y él, que trabajaba en La Serena pero vivía en Vicuña, necesitaba un ingreso extra para que le cuadraran las cuentas.
El dinero llega encontrando pasajeros con la necesidad de viajar entre Vicuña y La Serena en horarios que se ajusten a los suyos de entrada y salida del trabajo.
Tiene como “clienta” fija con descuento a una estudiante que iba a mi lado durmiendo.
A los demás nos busca cada día por las calles cercanas a las terminales de autobús.
Cobra el equivalente a 50 céntimos de euro más que el bus, pero nos deja donde queremos, ahorramos 30 minutos de trayecto y se viaja muy cómodo. Ese es su discurso de venta.
Realmente resultó ser el Uber de los trabajadores.
👋🏼 Te dejo por hoy y lo hago con un terremoto.
Uno muy rico y que se toma sólo por estas fechas, cuando Chile celebra sus Fiestas Patrias.
Lleva helado de piña, granadina y pisco o pipeño. Este es un vino tradicional del campo que se fermenta o guarda en barricas de raulí, una madera de la Patagonia.
Delicioso.
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🥰 Gracias mil por estar ahí. Esta carta la he escrito desde Valparaíso.
Cuando la recibas, estaré en Rapa Nui, también conocida como Isla de Pascua.🗿
Qué espectacular suena las noches astronómicas. Me gustó el plan: estrellas de noche, pisco de día. Saludos