👋🏼 Esto es Raíces y Ramas
Carta dominical sobre mi vuelta al mundo: una señora
de provincia española de cincuenta-y-tantos años.
Viajo sola, disfruto bastante y me asombro continuamente. 🌻
✍🏼 Colombia es una orgía de verde al punto que los indígenas del departamento de Amazonas tienen más de 40 palabras para nombrar los distintos tonos. Pero en el reino de la diversidad que es este país también hay dos desiertos.
Viajé al de Tatacoa por conveniencia. Me quedaba cómodo para romper el larguísimo viaje en autobús entre el Eje Cafetero y la zona arqueológica de San Agustín.
Esperaba encontrar un cambio de paisaje y estrellas porque Tatacoa es, además de desierto, un Destino Starlight.
Lo que me encontré es que Tatacoa es considerado como un lugar “en el que pasan cosas”. Se cuenta que desde los años 60 se reportan avistamientos de objetos extraños e incluso cuenta con un gigantesco ovnipuerto.
Esta es la bitácora de mis 12 horas en Tatacoa.
☕️ desayuno
El día comenzó con en el municipio de Villavieja, en el norte del Huila.
Me esperaban una familia de cuatro del sur de ese departamento que nunca habían estado en el desierto. A su lado, un lugareño de 24 años que ejerció de guía.
El desayuno fue una sucesión de hitos gastronómicos. De principal, tamal de arroz. Hasta esa mañana creía que el tamal, por definición, era de maíz. Pero no. Estaba en la capital arrocera de Colombia y allí hasta el tamal es de arroz.
También oí hablar por primera vez de las achiras y las comí. Resultaron ser una especie de pan diminuto y sabroso hecho de un tubérculo llamado sagú. Todo, acompañado de jugo de cholupa, un fruto “primo-hermano” de la gulupa y “primo-no-tan-lejano” del maracuyá.
Para iniciar el tour, la familia huilense –madre, padre, hijo de 24 años y nuera de aproximadamente la misma edad- se subieron a su auto y comenzaron a seguir a la moto en la que íbamos el guía y yo 🏍 .
Al salir del pueblo dijimos adiós al asfalto y seguimos el resto del día por lo que en Colombia se llama carretera destapada.
Pronto llegamos al camino del desierto rojo de los laberintos del Cusco.
🏜 🔴 desierto rojo
Según las hipótesis científicas, en el Terciario, entre 65 y 1,8 millones de años, ese área era un jardín con flores, color y megafauna. Lo atestiguan los fósiles encontrados de perezosos gigantes.
Hoy, más que un desierto, es un bosque seco tropical mayor de tamaño que la isla de Malta. Hay cactus y pájaros. También cabras y serpientes cascabel. Y poco más.
👉🏼 Precisamente de ese oficio que se enrosca para atacar sacó el conquistador Jiménez de Quesada el nombre de Tatacoa, con el que designó para los españoles el lugar y así se quedó.
👉🏼 Tatacoa posiblemente es una deformación de una palabra nativa que describía a la serpiente.
Cuando nos adentramos por los cañones de tierra rojiza y ocre, agrietada por el sol, no vimos ni oímos a la temida cascabel.
Sólo nos cruzamos con otros turistas nacionales y con los numerosos vendedores ambulantes de helados caseros que trabajaban bajo un sol abrasador llevando colgada una nevera.
Tomé uno delicioso de coco.
Mientras nos vendía los helados, el vendedor nos contó que era originario del departamento del Meta.
Había llegado a Tatacoa huyendo de la violencia con su esposa e hijas hacía ya muchos años y que sólo había vuelto una vez a su tierra.
Fue porque estaba muy enfermo y quería a ver a un curandero en el que confiaba.
Lo curó y aquí estaba de nuevo.
🏪 la tienda
Nuestra segunda parada fue en una tienda que vendía dulces, licores y cremas hechos con cactus junto con parafernalia variada de platillos volantes y seres con cuerpos alargados y cabezas como un balón de rugby.
Ahí fue cuando me enteré de la existencia del ovnipuerto que mide 50 metros de diámetro. Incluso me enseñaron fotos. Pero no se podía visitar porque es de propiedad privada y el dueño había cercado la finca. 🛸
Fue un gran disgusto para el padre de la familia que me acompañaba.
Resultó ser un gran fan de las teorías de contactos con alienígenas y creía a Tatacoa era –según él como el resto de los desiertos–, una puerta para las visitas extraterrestres a nuestro planeta. 👽
Mientras él hablaba, su mujer y su nuera enredaban entre imanes, anillos y pulseras y su hijo lo miraba en silencio, hablando con sus ojos incrédulos.
🐐 almuerzo
El siguiente punto del tour fue el almuerzo, que al estar en Tatacoa incluía la novedad de que la proteína podía ser cabrito.
Todos comimos en la misma mesa y, al principio, la conversación siguió por el tema ovni.
Se ve que incluso el alcalde de Villavieja asegura haber sido testigo de un avistamiento, pero desde Bogotá los astrónomos lo niegan y contraatacan alegando que lo visto fue un planeta, o un avión, o un satélite, o la estación espacial…o un simple drone.
Después cambió el tono y hablamos de la emigración a Estados Unidos y España. Se ve que Huila tiene un porcentaje alto de emigrantes en España, pero los comensales no se creían que fuera tan fácil como contaban los que se habían ido.
Yo tampoco.
También hablamos de lo que les sorprende que en Norte (y en el Sur) tengamos estaciones, cambios de horario y que la duración de los días se alargue y encoja.
A mí me sorprende lo contrario, que cerca del ecuador siempre amanezca y anochezca a la misma hora y la no existencia de las cuatro estaciones.
Ya de camino hacia el Desierto Gris, montados sobre la moto, mi guía quiso saber si era cierto que en España teníamos el tren de alta velocidad, del que tanto hablaban los que allí habían emigrado.
Le dije que sí, que yo lo usaba mucho.
Y él, hablando conmigo – o sólo consigo mismo–, e intercalando silencios dijo que él se preguntaba por qué le llevaba más de 4 horas llegar a Pitalito si estaba a menos de 150 km.
También se preguntaba por qué si el Huila producía arroz se estaba permitiendo que entrara de Ecuador más barata y arruinara a los campesinos.
También quería saber por qué había gente sin luz cuando él sabía que su país exportaba energía.
Que él se preguntaba muchas cosas.
🏜 🌑 desierto gris
Cuando paramos en el desierto gris me enamoré de la intensidad brillante que el silicio le da a sus tierras.
Caminamos entre “fantasmas” hasta llegar a las tres piscinas privadas de El Hoyo, ubicadas en el medio del desierto.
Nos bañamos en las piscinas huyendo de un calor plomizo que aplastaba. Tomamos litros de agua y, los que quisieron, devoraron obleas con arequipe.
El lugar estaba lleno de familias con niños pasando la tarde al fresco.
😜 haciendo el tonto
La siguiente parada fue un mini parque en torno de los extraterrestres enfocado para que nos hiciéramos fotos para Instagram. Me lo pasé como una niña, pero el que realmente fue feliz fue el ufólogo del grupo.
Después la cena, que volvió al tema de los extraterrestres.
🌠 noche de estrechas
Y, ya de noche, el plan era ir a ver estrellas.
Actividad fallida porque el cielo estaba encapotado, pero que resultó ser un final fantástico.
👉🏼 En Tatacoa se combinan dos elementos que lo convierten en un destino ideal para contemplar las estrellas: no hay contaminación lumínica y al estar a sólo tres grados latitud norte del equinoccio es posible observar las estrellas del hemisferio norte y las del sur.
👉🏼 Por esas razones es un Destino Starlight.
En ese desierto hay tres observatorios astronómicos con sus respectivos domos.
Nosotros fuimos a Astrosur, donde todas las noches un profesor de astronomía de la universidad de Neiva da una conferencia para no iniciados en el mundo de las estrellas.
Fue extraordinaria.
Seríamos unas 50 personas sentadas o recostadas sobre la hierba, en la oscuridad.
El profesor, en el centro y de pie. Vestía bermudas y hablaba con voz potente y sin micrófono. Apoyaba sus palabras con movimientos rápidos de un puntero láser que señalaba a la nada del firmamento nuboso. No veíamos, pero entendíamos.
👉🏼 Y tuve una revelación.
👉🏼 Una caída del guindo.
Algo que sabía en teoría pero de la que nunca había tomado conciencia.
En la escuela aprendemos los movimientos de la Tierra de rotación, traslación y precesión. Creo que desde que aprendí este último tuve el conocimiento teórico de que el eje de la tierra se mueve con respecto a las estrellas.
Pero hasta esa noche nunca absorbí su significado: que la estrella Polaris en la constelación de la Osa Menor sea la estrella polar es cosa de mi tiempo, pero no lo fue siempre en el pasado y no lo será en el futuro.
Fue un momento wow. Efectivamente.
Y fui feliz.😍
Ahí acabó el tour.
Al despedirme de la familia del Huila la señora me dijo adiós con un “que Dios me la bendiga”.
El señor, en cambio, con un “vaya al Atacama, allí hay otra puerta para los ovnis”.
Creo que le haré caso.
Iré al Atacama, no a la búsqueda de extraterrestres pero sí de una noche de lluvia de estrellas fugaces.
Para viajar de Salento a Villavieja tuve que hacer transbordo en Neiva, la capital del Huila.
Estaban en los festejos del San Pedro, cuando celebran el reinado nacional del baile del joropo.
La ciudad era una fiesta.
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🥰 Gracias mil por estar ahí.
Esta carta la he escrito desde Tierradentro, en un Resguardo indígena, a las puertas de uno de los grandes parques arqueológicos colombianos.
Cuando la recibas, estaré ya en un bus camino de Cali.
¡Me ha encantado esta parte de tu viaje! :-D
¡Muy divertida la foto de la "abdución por ovnis"!