Hola 👋🏼,
Espero que te encuentres bien cuando esta mini carta te llegue.
Yo estoy agotada.
✍🏼 Acabo de llegar a Loja, después de un viaje en bus de 5 horas largas para recorrer 130 km.
Ahora estoy echada en la cama de mi Airbnb y quiero comer fruta, leer y descansar.
DES-CAN-SAR
Eso es lo que no pasó ayer noche cuando estaba en mi cama de hotel en Zaruma.
A eso de las 21.30 oí pasos, voces, golpes y una orden: “abra la puerta. Policía”
Me puse una camiseta y abrí a dos jóvenes uniformados, con chaleco antibalas y metralletas. 👮🏼♂️👮🏼♂️
Querían ver mi pasaporte. Mi sello de entrada al país. Le sacaron una foto con un móvil.
Querían saber mi recorrido por Ecuador, mis planes.
Pronto perdieron interés en mí. Era mujer, no joven, española y con papeles.
Al hombre alojado en la vecina habitación 5 lo sacaron de la ducha. Tampoco era de su interés.
Cerré mi puerta, pasé el cerrojo, me metí en la cama.
Oí como cambiaban de piso y de nuevo daban órdenes, aporreaban puertas.
👉🏼 Buscaban a un sicario.
Su objetivo era un joven –dicen que venezolano– que esa misma mañana había asesinado al alcalde de Portovelo, el cantón (municipio) vecino de Zaruma.
Por casualidad, yo estaba en ese poblado minero visitando un museo al mismo tiempo que unas balas robaban esa vida.
Los policías se fueron de mi hotel con las manos vacías.
No soy capaz de ser una viajera deslizándome dentro de una burbuja, ajena a la realidad.
En Ecuador en esta última semana:
Han declarado el estado de excepción.
En dos días han asesinado a dos alcaldes.
Los cortes de luz, en algunas ciudades de hasta 8 horas, apagan semáforos, anulan ATMs, inutilizan aires acondicionados, cortan wifis, cierran negocios, desconectan neveras, engendran teorías paranoicas y alimentan fake news.
En Quito y Cuenca ya hay también cortes de agua.
Y está lo de la violación.
El lunes pasado, a eso de las 18.45, justo después de anochecer, oí unos lloros.
Yo estaba leyendo en la hamaca del porche de mi habitación en Montañita. Me puse de pie y vi a una muchacha en el suelo delante del bar del hotel.
Me acerqué y le hablé, mientras el camarero, que había llegado antes, llamaba a la policía.
La chica, de unos 30 años, tenía los labios reventados. Sangraban.
Estaba descalza y llena de arena.
Lloraba
La abracé.
Entre hipidos dijo su nombre, que era argentina y que había ido a la playa a ver la puesta de sol.
Y que la habían violado al oscurecer.
Cuando pudo levantarse, vio unas luces y echó a andar hacia ellas.
Era el hotel en el que yo me alojaba, que tiene dos puertas de acceso directo a la playa.
Entró. Se echó al suelo llorando y así fue como la encontré. En shock. Atormentada. Adolorida.
Me hizo añicos.
Me compadecí
Herví de rabia
Estoy bien, pero necesito descansar.
Hasta la próxima semana. Mientras, os dejo con una foto de Zaruma, dentro del torbellino también hay belleza.
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🥰 Gracias mil por estar ahí. Especialmente a los que esta semana me habéis escuchado vía Whatsapp y Google Meet.
😘 Esta carta la he escrito desde Loja, a 2.060 metros de altitud.
Ayy dios!!
Qué fuerte todo!
Esta realidad en Ecuador es arrojadiza.
Cuídate y saludos.
Qué fuerte lo que cuentas. Gracias por informarnos. Y un fuerte abrazo en este viaje nómada.