Hola👋🏼, ¿cómo estás?
Me encuentro en Sao Paulo y no paro de darle vueltas a este dato: a partir de las 10 pm los coches no están obligados a respetar los semáforos en rojo, excepto en casos en los que el tráfico sea muy alto.
Aplica no sólo a Sao Paulo, pero es aquí –y en Río de Janeiro– donde pareciera que más se practica esta norma.
La razón es la alta probabilidad de que te atraquen a mano armada en un semáforo. Así que nadie para.
También se atraca a mano armada las farmacias que venden Ozempic, el medicamento para adelgazar. Esa es la razón por la que se ven guardias armados en sus puertas y cerca de sus neveras.
También han comenzado a asaltar los camiones que lo distribuyen a las farmacias.
A pesar de esta tarjeta de presentación, el monstruo de hormigón que es Sao Paulo es, también, la vorágine donde se desarrolla el núcleo de la actividad económica y cultural brasileña.
👉🏼 Es donde se decide la mutante idea de lo que es, o debe ser, Brasil. Y eso la convierte en una ciudad fascinante, con pulso y vida.
Además, de día no es mucho más peligrosa que Nueva York.
Aunque hay que extremar el cuidado con los móviles y mentalizarse de que, en caso de un atraco, se entrega sin discutir el móvil malo y la cartera falsa (si, tengo una que me compré en los chinos con algo de dinero dentro). De noche, siempre Uber de puerta a puerta.🚓
Y con esas precauciones y rezándole al santo o al mantra en el que cada uno crea, se sale a turistear.
Lo primero que me llamó la atención caminando por las calles de Sao Paulo fue su composición étnica. Aunque es multiétnica –no en vano es la quinta ciudad más grande del planeta– es evidente que la mayoría de la población es de origen europeo.
El 40 por ciento de la población del estado de Sao Paulo es de origen italiano y también hay un buen número de descendientes de portugueses, españoles, alemanes, holandeses y suizos.
Los italianos comenzaron a llegar en masa a mediados del siglo XIX y sobre sus espaldas se creó el gran negocio de las plantaciones de café.
La presencia italiana se ve, además, en la gastronomía. Mientras que en el resto de Latinoamérica las empanadas (empanadillas para los españoles) están en todas partes, aquí el bocado rey para comer en todas partes es el triángulo de pizza.🍕
Gastronómicamente es también interesantísima la ubicuidad del sushi, que se considera un plato típico paulista. 🍣
👉🏼👉🏼👉🏼Y es que la mayor concentración de japoneses fuera de Japón es Sao Paulo.
Los japoneses comenzaron a llegar a Brasil en las primeras décadas del siglo XX, impulsados por las tensiones internas de Japón.
Se incorporaron principalmente a haciendas cafeteras. El gobierno brasileño exigía que cada familia tuviera “tres azadas”,
Es decir, que al menos tres de sus miembros fueran capaces para trabajar en el campo y eso llevó a adopciones de última hora en Japón para cumplir con el cupo.
La segunda oleada nipona se dio después del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando todas las puertas se le cerraron a los japoneses y Brasil fue el primer país del mundo en abrir de nuevo la emigración para los japoneses.
Esta mezcla de gentes, a la que históricamente y en el presente se han sumado “turcos” (libaneses, sirios, turcos, etc), afro-brasileños del noreste, indígenas, armenios, judíos, chinos, bolivianos, venezolanos y peruanos ha llevado a la ciudad a plantearse qué es Sao Paulo y, todavía más interesante, ¿qué es Brasil y cómo lo representamos?
Estas preguntas y sus respuestas arrancaron con fuerza durante tres noches de febrero de 1922 cuando un grupo de artistas, literatos y pensadores presentaron, en el marco de la Semana del Arte Moderno, sus ideas y trabajos sobre cómo debe ser el arte en Brasil.
El resumen rápido es que propusieron una ruptura con el arte que se producía en Brasil hasta ese momento y que estaba muy influenciado por Europa para producir un arte propio, un arte brasileño.
Y ahí arranca –y con los años evoluciona– lo que se puede ver y disfrutar en Sao Paulo: arquitectura, museos y galerías de primer nivel en arte moderno y contemporáneo (con bienal incluida), artes escénicas en el bellísimo Teatro Municipal, arte callejero y arte que sale de las entrañas de los movimientos sociales.
Para conocer todo eseo caminé por Sao Paulo como si fuera una caipira, como una recién llegada del campo que va mirando todo el tiempo para arriba.🚶🏻♀️
Hay edificios y murales espectaculares que no he fotografiado porque en Sao Paulo se saca el teléfono cuando se puede, no cuando se quiere.

Me encantó el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), por su arquitectura, porque desarrolla la semilla plantada en 1922 de qué debe ser el arte brasileño y por cómo lo presenta.
Su segunda planta es una gran sala. No hay separaciones. No hay paredes. Las obras se presentan sin título y sin autor y están colocadas sobre caballetes transparentes.
El visitante mira y camina entre las obras. Las rodea y, si quiere, puede leer sobre ellas en su parte superior en un papel de tamaño reducido.
Te obliga a enfrentarte con la obra sin contaminar tu pensamiento con lo que crees que debe ser, una vez que lees el título o la autoría.
También es fascinante cómo están ordenadas. Primero aparecen las contemporáneas brasileñas y según se avanza en el espacio aparecen las obras compradas en europa.
Primero los impresionistas, más atrás grandes maestros flamencos, más allá fabulosos retratistas españoles (Velázquez y Zurbarán), más allá retablos medievales.
Y en mi cabeza quedó claro lo que es Brasil pensado como algo propio y lo que se compró en Europa y lo que se produjo imitando a Europa.
Sao Paulo es, además, el lugar al que todo escritor o aspirante a ello se muda esperando encontrar su nicho apoyados por bibliotecas activas y vivas y potentes librerías soñadoras que apuestan por autores brasileños y llenas sus tardes con actividades que van más allá de presentaciones y fomentan el debate..
Para los que sufrimos de Tsundoku y acumulamos más libros de los que podemos leer, Sao Paulo nos alimenta la adicción.
Estoy escribiendo esta carta con los pies destrozados de tanto pasear y de bailar, porque sólo el sábado, sin querer ni buscarlo, me encontré con cinco blocos de carnaval.
Me quedo en la ciudad hasta el martes de carnaval. Cuando recibas esta carta estaré escuchando los cantos gregorianos de los monjes del Monasterio de San Bento (Benito).
Luego ya veré, pero creo que me voy a ir a comprar mi ajuar de carnaval: pendientes de colores, falda de tutú y diadema de flores. Lo que tengo claro es que yo, lo de las medias de rejilla de color con bikini o bañador, eso no.
Ya me agarra muy mayor.
Besos.
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🥰 Gracias mil por estar ahí. Esta carta te la envío desde Sao Paulo 🇧🇷
Buenísimo. Increíble ciudad, una locura!
Me encanta! que ganas de ir...