Hola, ¿cómo estás?👋🏼
Te escribo desde Puerto Montt, Chile, Km 0 de la Carretera Austral. He estado enferma y una gripe vulgar y común me dejó agotada y me robó el humor.
Salí de Colombia sin novedades pero, en retrospectiva, posiblemente ya estaba incubando el virus..
El control migratorio lo hice en segundos en las máquinas automáticas de control de pasaportes.
También crucé rápido por el embudo que es el gran tubo del futuro por el que pasan las maletas y escanean el cuerpo de cada viajero mientras colocamos nuestras extremidades en aspa.
Pero estaba tan cansada que me arrastré hasta el final de la terminal internacional y alquilé una cápsula para dormir una siesta. No fue suficiente.💤
Embarqué muy pronto en Latam porque soy ya Grupo 2, a fuerza de acumular puntos intentando volar sólo con ellos.
No sé cuánto nos demoramos en embarcar o en salir porque yo, desde que me senté, dormí. Desperté después de cinco horas y media de vuelo, cuando ya hacíamos maniobra para aterrizar en Santiago de Chile.💤
Pasé muy rápido control migratorio y control de mercancías, que en Chile puede ser muy intenso.
Crucé a la terminal de nacionales y me embarqué en un vuelo de dos horas a Puerto Montt. De nuevo lo mismo. No tengo recuerdo de despegar, sino de estar ya descendiendo sobre la ciudad.💤
Mi primer destino fue Puerto Varas, a la orilla del enorme lago Llanquihue. De fondo se levantan tres volcanes: el Puntiagudo, el Calbuco y el famoso y lindo Osorno, aunque casi no tenía nieve ya que mi visita coincidió con el fin del verano y el inicio del otoño.
Puerto Varas tiene fama de “burguesa”. Es agradable y linda, con una importante impronta alemana, tanto luterana como católica.
Su origen es del siglo XIX y fue obra de inmigrantes alemanes. Hoy su influencia sigue siendo notable, en la arquitectura, en los pasteles y panes y en la charcutería. También en los nombres de los colegios donde abundan las referencias a Alemania y lo germano.
En esa linda ciudad me enfermé y quedé recluida en un apartamento. Se me apagaron las ganas de leer e incluso detesté la idea de ver telenovelas coreanas, que siempre son muy feel good no culposo.
Se me estropeó el estómago y dejé casi de comer. Sólo bebí y dormí. Calculo que en un periodo de unas 36 horas estuve despierta máximo dos, sumando todos los trocitos pequeños de desvele.💤
Después ya salí del otro lado del túnel. Cansada pero habiendo vencido al virus.
Tenía planes para ir un par de los Parques Nacionales que hay muy cerca de Puerto Varas, en especial al Vicente Pérez Rosales, pero el ánimo se me había esfumado y opté por Frutillar, otra ciudad linda a unos 20 km de Puerto Varas.
Ya mejor en el cuerpo pero no en el ánimo salí hacia Chiloé. Había querido ir a esa isla desde que supe de su existencia hace, aproximadamente, 25 años. Fue una novela de Marcela Serrano y se me había antojado.
No debí ir porque el humor (o su falta) colorea o destiñe las experiencias.
La idiosincrasia que hasta finales del siglo XIX tuvo la isla ya es más cosa del pasado y de los mitos que de la realidad actual. El mundo pasa por todos y todo y nada se le resiste al cambio: los estados nacionales, la globalización, las salmoneras y las madereras, los mall de China. La uniformidad está en todos lados.
A pesar de ello, disfruté mucho de las iglesias Patrimonio de Humanidad por la Unesco y que fueron el fruto de la colaboración entre los pueblos nativos de los chonos y los huilliches con las misiones itinerantes jesuíticas durante la colonia (y antes de su expulsión).

También me encantaron un par de islas, la grandecita de Lemuy y la muy enana de Aucar, donde sólo hay una iglesia de madera y un cementerio y a la que se entra por un puente rodeado de cisnes de cuello negro. Son también un disfrute los senderos del Parque Nacional Chiloé. El de Tepual es sensorial y sensual.
El Muelle de las Almas está tomado por los turistas que quieren hacerse fotos idénticas al del anterior y posterior.
A pesar de ellos, la leyenda chilota que hay detrás de esta instalación artística es encantadora y el paisaje es memorable. Merece la pena caminar 35-40 minutos en cada sentido sentarse ante el Pacífico que ruge y espumea mientras transporta almas (o eso dice la leyenda).
He tenido que regresar a Puerto Montt porque la naviera ha anulado los viajes del domingo entre Chiloé y Chaitén, donde pretendía iniciar mi recorrido de la Carretera Austral.
He vuelto a Puerto Montt, al Km 0 e intentaré tomar un bus hacia Chaitén. Esto ya será otra carta, espero que con más ánimo.
Cuando se viaje es lo que hay, también hay días malos, días mediocres, días en las que los virus nos cazan y hacen que todo nos parezca feo, desagradable, sin encanto. Es la vida, es el ser humano.
Esta carta la he escrito desde Puerto Montt. Gracias por estar ahí. 😍
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¡Qué lindo leer que estás en Chile! La primera fotografía es ESPECTACULAR.
Espero que de a poco vayas recuperando la energía para continuar viajando con más ánimo. Y si no paciencia, como dices, es la vida misma.
Espero que te mejores pronto para dimensionar lo hermoso que es la Carretera Austral