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Hola, ¿cómo estás?
Sigo mi viaje y aterricé en Auckland, Nueva Zelanda, después de sobrevolar el Pacífico desde Santiago de Chile y cruzar la línea internacional de cambio de fecha.
Desde entonces, y ha pasado ya una semana, todavía me despierto y levanto en la madrugada local. Todavía le pregunto a Google en qué día de la semana estoy, porque he perdido el sentido del tiempo.
Como sé que padezco de jet lag en los vuelos intercontinentales decidí que me quedaría unos días en la Isla Norte de Nueva Zelanda para aclimatarme. En teoría, es la isla fea del archipiélago, aunque es la que tiene mejor clima y donde se concentra la población.
Quizá sea “fea” en comparación con la isla sur, pero lo mío fue un amor a primera vista, en tierra de hobbits, insectos únicos brillantes y millonarios.
Control aduanero intenso 🛂
Como española puedo ingresar a Nueva Zelanda bajándome al teléfono la app de NZeTA.
Los pasos son fáciles: rellenar la solicitud, pelearse para sacar un selfie donde la cara –sin sonreír– encaje en un óvalo que yo no veía porque hay que hacérsela sin gafas, y pagar la cuota correspondiente con tarjeta.
Al aterrizar, los pasaportes europeos pasamos por el control migratorio automático. Es una cuestión de segundos.
Lo que ya se demora más es el control aduanero, que es férreo por la naturaleza isleña de Nueva Zelanda y la necesidad de proteger su bioseguridad.
Antes de aterrizar se debe rellenar un documento donde contesté afirmativamente a una pregunta: sí traía al país equipo y calzado de senderismo y había estado en la Naturaleza los días previos.
Vaciaron la maleta por completo y también la mochila y se las llevaron, junto con las zapatillas, a pasarlas por una máquina de rayos x.
La inspectora, muy amable, me explicó que me tenían que aplicar un protocolo completo y me hizo una serie de preguntas como por qué viajaba sola, si pensaba volver a España, cuándo había comprado el billete de salida de Nueva Zelanda y si lo había pagado con tarjeta de crédito o débito.
Creo que con estas últimas preguntas buscan los billetes falsos que la gente compra y anula en un plazo de 48 horas para así cumplir con el requisito de tener billete de salida cuando ingresan a los países.
Cuando regresaron con maleta, mochila y zapatillas me ayudaron a hacer de nuevo la maleta y a cerrarla.
Finalmente, la inspectora me felicitó por lo ordenada que la traía. Según ella, pocas veces se ven equipajes así.
Lo cierto es que viajo con la ropa enrollada como papiros porque es la única forma de que me entre en la carry on y eso da un aspecto de orden.
Auckland, no es la capital pero como si lo fuera 🌇
En el aeropuerto de Auckland Uber y los taxis están situados uno al lado del otro. Tomé un Uber y en 30 minutos estaba en el centro de la ciudad más grande de Nueva Zelanda.
Sumando el área metropolitana, Auckland llega a 1,700.000 habitantes, lo que la convierte en un gigante en un país que apenas supera los cinco millones.
Lo primero que me llamó la atención fue ver cajeros automáticos en la calle.
Creo que no los vi en todo mi periplo por Latinoamérica, donde siempre están en un banco, o en un supermercado, o en un centro comercial…siempre dentro de algo. Seguro que hay excepciones, pero no las recuerdo.
También vi, por primera vez desde que salí de España hace 15 meses, patinetes electrónicos de alquiler, aparcados con orden en las aceras. Lo que no se ve es grafitis y, aterrizando procedente de Chile, esa ausencia llama poderosamente la atención.
También me sorprendió el silencio. Ni los coches ni los autobuses hacen ruido. Son todos nuevos. No hay música. No hay bocinas. No hay voces altas.
Y me esperaba ver una población entre británica y maorí, pero Auckland es extraordinariamente diversa. Tiene una notable presencia hindú, polinésico y oriental. Pareciera que muchos restaurantes y comercios de estética están dominados por japoneses, chinos y coreanos.
Me llamaron la atención las tiendas que venden productos hechos con lana, no sólo merino sino también de alpaca y, sobre todo, los que incluyen en sus prendas trozos de possum (zarigüeya).🧶 🐑 🦙
Para mí, que he vivido en Estados Unidos y es el único lugar donde los he visto, el possum es el marsupial que puede considerarse como el “primo” feo de una rata.
👉🏼 En Nueva Zelanda, si tiene cuatro patas y pelaje es un animal que vino de otra parte.
👉🏼 Tan extranjero – o nacional, según como se mire– es la oveja merina, tan asociada a Nueva Zelanda y Australia, como la alpaca o la llama. Todo vino de fuera.
Un día me venció la curiosidad y entré en una tienda a preguntar.
Recibí una lección de historia, biología y política ya que cómo exterminar a los possum es una de las grandes brechas nacionales.
El possum de Nueva Zelanda no es el que yo conocí en Estados Unidos, sino que es de Australia, que es un poco más agraciado pero en Nueva Zelanda es una plaga.
Si no se toman medidas, acabará con todo el bosque de Nueva Zelanda en menos de medio siglo. Además, pasa enfermedades a otros animales y destruye los nidos de pájaros nativos. Así que se busca su eliminación activa por dos métodos:
Se caza con armas o trampas y después se come y su pelaje se vende para prendas u otros productos
El gobierno libera toxinas en bosques y mata a los possum produciendo en el proceso innumerables víctimas colaterales.
Como los neozelandeses son muy habladores, he sacado la conversación de los possum a menudo y he llegado a la conclusión de que hay dos bandos:
los partidarios de la caza
los partidarios de las toxinas
Se está en un lado o en el otro y no hay forma de acercar posturas. Sólo hay acuerdo en la finalidad: los possum deben ser exterminados.
👉🏼 La primera plaga introducida en Nueva Zelanda fueron las ratas, que llegaron con los maoríes y no tenían depredadores en el archipiélago.
👉🏼 La segunda gran plaga fueron los conejos, introducidos por los británicos.
👉🏼 En Australia decidieron eliminar a los conejos, entre otras medidas, con la introducción de zorros. Ahora la peste son los zorros.
👉🏼 En Nueva Zelanda se optó por la introducción de hurones y comadrejas.
Volviendo al tema de la demografía de la que te contaba antes de explayarme con el de los possum, te diré que en Auckland la composición étnica de su población difiere notablemente de la realidad global de Nueva Zelanda.
En el resto del archipiélago el grupo étnico mayoritario es el conformado por descendientes de europeos, principalmente británicos, que llegaron a partir del siglo XIX.
Le siguen de lejos en número los maoríes, descendientes de los polinésicos que arribaron a estas islas en torno al siglo XIII. Le siguen muy de cerca en número los asiáticos y, en menor cantidad, los emigrantes procedentes de Polinesia.
👉🏼 Las islas de Nueva Zelanda fueron el último archipiélago grande del mundo en poblarse.
👉🏼 Lo hicieron navegantes polinésicos del mismo modo que llegaron al resto de las islas en el Pacífico, incluida Isla de Pascua: navegando con sus conocimientos sobre las estrellas, los vientos y las corrientes marinas.
El centro de Auckland es una mezcla de arquitectura imperial decimonónica y rascacielos con diseños de vanguardia.
Tuve que mirarlos con cuidado, porque entre que los coches son mortalmente silenciosos y que todavía no me acostumbro a que conduzcan por el lado izquierdo, despistarse es un peligro.
Pero lo que es fabulosa es la marina o, mejor dicho, las marinas. Me quedé embobada mirando a los barcos, tanto que me puse a investigar en Google por qué había tantos y tan grandes y resulta ser que una de ellas, la de Westhaven, es la más grande de todo el hemisferio sur.
Son barcos que gritan que aquí hay millonarios.
El paseo marítimo de la zona del puerto es bellísimo, con una mezcla interesante de conservación de edificios industriales, mercado de pescado, tiendas caras, propuestas comunitarias y restaurantes para todos los bolsillos, incluidas las famosas bakeries donde comprar pies a precios asequibles para almorzar. Aquí todo es caro y por eso las bakeries están siempre llenas.
Me encantaron los proyectos comunitarios, como los contenedores – biblioteca. De uno de ellos me llevé el libro Reading Lolita in Tehran. Pero también los contenedores abiertos a la danza o los que proponen que te sientas a escuchar pequeños ensayos del tema que te interesa. Yo escuché los de medio ambiente.🎧
Hobbiton, cuando encuentras lo que no esperas 🧙🏻♂️
Aunque me quedé varios días en Auckland, pero no me animé a conducir por el lado equivocado de la carretera (lo siento, pero es lo que es).
Me imaginé dando vueltas por una rotonda incapaz de averiguar por dónde salir así que decidí explorar la isla norte limitándome sólo a lugares que podía alcanzar en transporte público o en tours.
Y así fue como llegué a Hobbiton, el set donde se rodaron los exteriores del pueblo de los Hobbits en la trilogía del El señor de los anillos y de Hobbit.
Nunca he leído El señor de los anillos ni Hobbit. Las películas las he visto a trozos, principalmente en vuelos interoceánicos. Puede decirse que todo lo que sé de El señor de los anillos me viene por cultura popular y lo que mi pobre amiga Ana ha intentado explicarme.
Sé que hay una Tierra Media, un obsesionado con un anillo, unos elfos con orejas espantosas y unos bajitos que, hasta la semana pasada, me caían muy mal… hasta que conocí su pueblo o, como al parecer se llama en el libro, su Comunidad o Shire.
Hobbiton está a unas dos horas de Auckland y, en verano, tiene el pub más ocupado de toda Nueva Zelanda: La taberna del dragón verde 🐉.
Como estoy viajando en lo que consideran temporada baja conseguí entrada sin ningún problema. Se llega cruzando por kilómetros una campiña ondulante y verde cercada por kilómetros de cerca electrificada. Es una zona agrícola con ovejas, alpacas, venados y vacas que pastan libremente. 🐑 🦙 🦌 🐄
👉🏼 Los venados aquí son animales de granja ecológica y su carne se vende como la mejor del mundo. 🦌
👉🏼 Pero realmente son las vacas las que tienen, hoy por hoy, el mayor peso en la economía, desde que en 2008 se firmó un Tratado de Libre Comercio con China y Nueva Zelanda se convirtió en un gran proveedor de leche y de fórmula materna.🇨🇳
De hecho, Hobbiton está en el corazón de lo que era, y es, una granja en funcionamiento.
Creo que me encantó por un conjunto de motivos:
No me esperaba nada
Es enorme
Está minuciosamente cuidado en todos los detalles: la ropa extendida, las chimeneas humean, la comida falsa parece fresca, de los grifos sale agua…
Los guías son extraordinariamente buenos y en su explicación mezclan anécdotas del rodaje, de los libros y de la granja
Cuando entras al interior de una de las casas, te dejan disfrutar el momento. Te puedes sentar en el baño, meterte en la bañera, recostarte en la cama (eso sí, sin zapatos)...En otras palabras: te permiten jugar

Entre las anécdotas que recuerdo está la de la construcción de la carretera hasta el terreno en el que se construyó el set. Fue obra del Ejército de Nueva Zelanda que por esa época estaba buscando lugares en los que practicar sus conocimientos sobre obras viales.
Se les compensó permitiéndoles actuar como extras en la gran batalla de la trilogía. El único problema es que ponían demasiado entusiasmo y, cada poco, había que recordarles que que sus expresiones faciales tenían que cambiar, porque ellos peleaban en el bando perdedor. Que no lo olvidaran.
Al final del tour de dos horas nos invitaron a una bebida en La taberna del dragón verde.
👉🏼 Siguiendo la ley, los menores de 18 años no pueden tomar alcohol y todos los que parezcan que pueden tener 25 años o menos deben mostrar documentación.
Salí tan enamorada de Hobbiton que casi me animo a ver las películas. Los libros tendrán que esperar.
Los gusanos neozelandeses que brillan como estrellas ⭐️
El siguiente destino fue la cercana Waitomo, a apenas una hora de distancia pero es realmente otro mundo. Atrás quedaron las granjas para dar paso al territorio ancestral maorí.
Son ellos los que gobiernan las cuevas de los glow worms de Waitomo y otras semejantes.
Por lo que dicen los guías locales se infiere que hay tensión entre los gobernantes de las comunidades maoríes y los gobernantes que representan a las instituciones neozelandesas.
Lo que entendí de una explicación en la que el guía no quiso entrar en mayores detalles, hay un choque sobre a quién pertenece el dinero generado por las cuevas, pero hay más problemas de fondo.
Las cuevas generan dinero porque en ellas hay una especie de insectos exclusivos de Nueva Zelanda que se parecen a los mosquitos que brillan en la fase de larva. Es un caso de bioluminiscencia.
Se entra a la cueva en grupos pequeños bajo las órdenes de un guía maorí que explica cómo se forman las estalactitas y las estalagmitas, señala a formaciones que asemejan figuras e invita al público a cantar en una cámara con acústica especial.
En mi tour coincidió una pareja italiana y la chica cantó, fabulosamente, un trozo de la Habanera de Carmen. Se llevó un caluroso aplauso.
A continuación llegaron las nuevas instrucciones de la guía:
Prohibido los teléfonos, que debían guardarse para evitar la luz de las pantallas
Prohibido hablar porque si los glow worms se asustan, se apagan por 20 minutos
Y nos encaminamos, bajando sólo iluminados por unas tenues luces azules, hacia un río subterráneo. Silenciosamente nos subimos a una pequeña barca y comenzamos a avanzar. Sólo se oía el agua. Las gotas que caían y sonaban como una sinfonía.
Y miramos al techo.
Sentí que estaba en una catedral, en su nave central, y que estaba mirando hacia su techo abovedado.
Pero en vez de pinturas de pinturas bíblicas o imágenes de santos vi un diseño abstracto visualmente bellísimo que combinaba el negro intenso de la cueva con el brillo de los insectos que parecían estrellas. Parecía un encaje delicado de Leavers, uno tejido por la Naturaleza.
La barca giró y nos regaló otra perspectiva.
Después, tomamos un pequeño canal y ya buscamos la salida.
Cuando comenzó a aparecer la luz vi que nos habíamos deslizado sobre el agua porque la guía, que era la única que viajaba de pie, empujaba la embarcación moviendo sus manos por una cuerda que guiaba nuestro avance y que, hasta ese momento, estaba tapada por la oscuridad.
Ruego a la vida que nunca se acabe la capacidad que tiene la Naturaleza de pasmarme.🧎🏻♀️
Waiheke: mucho vino y más multimillonarios 🍷 🚁
Desde el puerto de Auckland se puede tomar ferries a un buen número de islas. Yo elegí Waiheke, a donde llegué después de una navegación de 40 minutos con una vista estupenda a la ciudad, al área metropolitana y a numerosos campos de golf.
Waiheke es una isla pequeña, verde, ondulante y de un paisaje casi perfecto.
Es conocida por sus numerosos viñedos y por ser la casa de fin de semana de multimillonarios neozelandeses que se desplazan en helicóptero. De hecho, la isla, que no llega a los 20 kilómetros de largo, tiene más de 60 helipuertos.
Recorrerla y hacer catas de vinos es sumamente fácil y asequible gracias a un sistema de buses hop on hop off y a que las bodegas cobran cantidades muy razonables por una cata de tres vinos.
Aunque es una isla de mega ricos, los precios son notablemente más baratos que en las grandes bodegas del Valle del Uco en Mendoza.
Curiosamente en varias bodegas brindan como platillo para bajar el alcohol pan exquisito con aceite de oliva, ya que hay presencia de olivos en la isla e, incluso, una almazara que también se puede visitar.
Completé el día con una visita en uno de los dos pueblos de la isla a un museo y a una playa estupenda donde unos muchachos surfear cerca de las rocas donde llegan los pingüinos en los meses de apareamiento y cría.
En Oneroa, uno de los pueblos, acabé almorzando de casualidad en Vino Vino y me llamó tanto la atención la carta que indagué.
La chef es la argentina Connie Aldao y eso se nota (había chipá!). Aunque también se nota que es la esposa del que fue embajador de Nueva Zelanda en China. En la carta y en los platos se filtra un gusto por lo argentino, por lo mediterráneo y por lo elegante.
Los habitantes de Waiheke, que no llegan a los 10.000, son conocidos por sus proyectos comunitarios y también por ser “guerreros” en sus propuestas de gobernanza para la isla y, yo añadiría, por su humor inglés. Me reí a menudo como si estuviera en un set de una comedia británica.
Y hasta aquí la carta de hoy.
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🥰 Gracias mil por estar ahí. Esta carta la he escrito en Auckland. Cuando la recibas estaré en Queenstown, isla sur de Nueva Zelanda 🇳🇿
Disfruta mucho que con tus cartas lo hago yo. Un besazo desde las antípodas
Maravillosa carta Luz , como siempre , haces viajar con tus palabras !!!!