👋🏼 gente!
La Carta de hoy no es lo que quería. Es lo que ha sucedido. Entré a un archivo buscando una información y cual Alicia en el País de las Maravillas going down the rabbit hole, acabé enfrascada en otro asunto. Este es el resultado, en el que hay dragones, perros, mucho francés y bastante contrabando.
✍🏼 La mala caligrafía de un cura y la holgazanería de otro se han conjugado para podar el linaje de los Carrión de mi árbol genealógico. Para avanzar debo formular hipótesis e intentar probarla con documentación.
Mi hipótesis es que llegaron a Ourense desde un pueblo de Castilla, posiblemente de Valladolid o de Palencia, a principios del siglo XIX durante la Guerra de la Independencia..
Como no sé cuál documentación puede guardar la llave que busco, he empezado por leer los protocolos notariales de Ourense ciudad que se corresponden con los años de la contienda.
Por ahora, el dato que busco me rehúye, pero sin buscarlo encontré retazos de vidas de primos de otros ascendientes directos y también documentos que me han llevado a elaborar una suposición sobre un trastatarabuelo.
Todo eso lo encontré en protocolos fechados entre la segunda mitad de 1809 – justo después de la expulsión de Galicia del Ejército francés–, y 1811, cuando la guerra engulle a Europa. Lo que recogía el notario era el fruto de lo que estaba pasando: la Historia arrastraba a los paisanos.
Los antecedentes
Al comienzo de la invasión francesa los gallegos reaccionaron con indiferencia. Parecía que era cosa de unos ingleses que corrían y unos franceses que los perseguían. Pero todo cambió cuando el ejército del Valeur et Discipline comenzó a saquear, arrestar, violar, incendiar, torturar, fusilar y degollar.
En todas partes surgieron guerrillas, que en la provincia gallega de Betanzos alcanzaron el grado de insurgencia.
🔎 Fueron estos insurgentes los que actuaron la noche del 9 de febrero de 1809, dando lugar a uno de los grandes misterios de las guerras napoleónicas en toda Europa y que hoy siguen siendo un enigma.
🐉 En aquel entonces, en la villa de Betanzos (mismo nombre que la provincia) y aldeas aledañas se alojaban 200 soldados de infantería francesa, conocidos como dragones. Eran los encargados de mover piezas pesadas como cañones a lo largo del camino inglés entre los puertos de la ría y Santiago de Compostela, la capital gallega.
Esa madrugada desaparecieron. Todos. Los 200. También todas sus armas, cañones, carros y pertrechos. Y sus caballos. También eran 200.
Del incidente se notificó por escrito al mismísimo Napoleón. Los ingleses, por su parte, lo supieron e intentaron encontrar una explicación, pero fallaron. Los gallegos, enmudecieron.
El silencio se mantuvo a pesar de la venganza del mariscal Michel Ney que revistió la forma de torturas, fusilamientos, el incendio de cuatro aldeas y una multa millonaria.
Nadie había visto nada. Nadie había oído nada. Nadie sabía nada.
👉🏼 Han pasado más de 200 años y, a día de hoy, no ha aparecido resto alguno, ni humano ni material. No se sabe si enterraron a los soldados y sus pertrechos en múltiples fincas o montes o si hay una gran fosa común que no se ha ubicado.
👉🏼 Tampoco se sabe cuántas personas participaron en el secuestro y asesinato de los 200 dragones, ni de qué parroquias eran, ni quiénes fueron los organizadores.
👉🏼 Hoy se interpreta ese silencio que rodeó el hecho como una pérdida real de la memoria, como resultado de un trauma colectivo: la invasión francesa, la noche de sangre, la venganza de Ney.
👉🏼 era demasiado y, para seguir viviendo, los cerebros olvidaron.
🐎 Sin embargo, sí que se sabe qué pasó con los caballos.
Esa misma madrugada, 200 caballos y unos mozos que los guiaban cruzaron Galicia al galope, del extremo Norte al extremo Sur.
Siguieron caminos prerromanos, guiándose por restos de mámoas, los túmulos funerarios de épocas prehistóricas.
Con el día, los jinetes ingresaron a un campamento nómada del Ejército de Galicia, a las afueras de Ribadavia. Les traían un regalo.
Cuando Ney ordenó arrestos y torturas para averiguar el destino de los caballos, se encontraron con la desmemoria y el silencio.
Nadie había visto 200 caballos. Nadie había oído su trote. Nadie sabía de qué hablaban esos franceses.
🐎 La historia de los caballos, sin embargo, pervivió como símbolo en el escudo antiguo de Cesuras: la cabeza de un equino rodea del laurel de la victoria. Pero cuando ese municipio se fusionó con otro, y se eligió otro escudo, también se olvidó.
🐕 De esa historia y otras similares que se dieron en Galicia ya solo sigue viva la costumbre, en algunas zonas del rural gallego, de llamarle a los perros Ney y Sul (una deformación del apellido del mariscal Jean-de-Dieu Soult). Aunque ya nadie recuerda que hubo un tiempo en el que se pensó que el mejor nombre para un perro eran el apellido de uno de los mariscales franceses que habían traído a Galicia el terror.
Los mozos que se van a la guerra
Este es el ambiente que se vivía en Galicia en la primera mitad de 1809. Explica lo que encontré en un buen número de los protocolos notariales de los escribanos de la ciudad de Ourense en la segunda mitad de ese año y todo el siguiente: otorgamientos de poderes y testamentos.
Son de los de mozos solteros a los que “la justicia (h)ordinaria ha alistado como soldado del Ejército para servir en la presente Guerra contra la Nación francesa”.
Son llamados a filas y ellos van. Posiblemente no les quedaba otra opción, pero también los movía el resentimiento contra el francés, por la desfeita que habían dejado.
Entre esos documentos – entre los que he hallado los de dos primos de ascendientes directos míos– hay una línea argumental común.
Los jóvenes, que se ausentarán “por meses o años”, nombran a uno de sus hermanos varones como representante para todos los asuntos legales que puedan surgir y para cuiden de sus bienes, herencias, rentas y pago de impuestos y deudas.
En compensación, el hermano que se hace cargo recibe la mitad de los frutos que rindan las tierras.
En el caso de muerte ”natural o en campaña” del soldado, el hermano cuidador se convertiría en el heredero, a cambio de pagar por el entierro, funeral y misas del hermano muerto.
A pesar de la uniformidad de estos protocolos, hay singularidades por las que asoman la personalidad del mozo al que le esperaba la guerra.
Uno pide que, en caso de fallecer, se vendan sus bienes hasta alcanzar un importe de 200 reales de vellón, que se tendrán que entregar a una de sus hermanas.
Otro suplica que mientras él esté ausente “no se corte por el pie árboles algunos, castaños u otros frutales”.
También hay quienes autorizan al hermano cuidador a gastar a cuenta de los bienes del hermano ausente, si es que lo necesitase “para su sustento y decencia”.
Algunos, como Benito Vázquez de San Romao de Campos –primo de una bisabuela de una de mis tatarabuelas–, nombra el cuerpo del Ejército al que se incorpora: Regimiento de Infantería Sevilla. Y con ese detalle, puedo mirar al pasado en los libros de historia y ver qué le deparó a Benito el futuro: si llegó vivo, vivió en directo el espanto.
🟢 La madrugada del 21 de julio de 1812, el Sevilla se encontraba al sur de Salamanca, sobre una colina, aguantando una tormenta de rayos, truenos y lluvia.
🟢 No estaban solos. Formaban parte de la mayor concentración de soldados de todo el siglo XIX en suelo español. De un lado, 50.000 soldados españoles, portugueses e ingleses bajo las órdenes de Wellington. En frente, otros 50.000 del Grande Armée, el Ejército Imperial francés.
🟢 Amaneció y comenzó la batalla.
🟢 Anocheció y los franceses que sobrevivieron huyeron en desbandada.
🟢 Las horas del día habían dejado 15.000 cadáveres desangrados, mutilados y desmembrados sobre los campos de Arapiles.
El contrabando
Para esas fechas (1812), mientras las batallas reventaban por toda Europa, los protocolos notariales de la ciudad de Ourense hablaban de problemas propios de las retaguardias, alejadas de los frentes.
Había escasez y, como siempre que hay carestía, floreció el contrabando. Los notarios, que hacía poco daban fe de poderes y testamentos, a partir de 1811 autentifican una avalancha de fianzas.
Con las fianzas se dejaba en libertad ,pendiente de juicio, a los contrabandistas, que eran desde hombres solos a familias completas, incluidos los niños, y grupos de mozos de parroquias vecinas.
🐙 La tríada de azúcar, cacao, la sal era lo más contrabandeado, aunque no era raro decomisar cigarros escondidos entre cargamentos de pulpo (no quiero pensar en el aroma de ese tabaco).
De entre los protocolos que consulté, pareciera que el lugar favorito para ingresar los contrabandos desde Portugal a Galicia era Padrenda, entre la aldea portuguesa de San Gregorio y el pueblo gallego de Pontebarxas.
Ese dato me llevó a mi familia y a enunciar una hipótesis.
Resulta que por esas fechas en las que pareciera que Padrenda era un enjambre de matuteros profesionales y aficionados, dos de mis parientes – Francisco Capelo y Antonia Ramona Ameijeiras–, eran unos adolescentes.
🧬 Francisco y Antonia fueron los abuelos paternos de José Martín Capelo García, que viene a ser el abuelo materno de María Sotelo Capelo, mi abuela materna.
Andando el tiempo Francisco y Antonia se casaron y criaron a sus hijos, no sé con qué historias, no sé con qué aspiraciones,
Pero sé que Tomás, mi trastatarabuelo, dejó su pueblo y de todos los futuros que se pudo imaginar, eligió ingresar al Cuerpo a cargo de vigilar las fronteras y luchar contra el contrabando.
Tomás fue el primer carabinero en mi familia. Luego le siguieron sus hijos. Todos.
La culpa, quizá, fue de Napoleón.
🎡 Ideas para indagar en familias
📚 Varios libros de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós tratan de la Guerra de la Independencia, incluido La Batalla de los Arapiles. Es muy interesante.
👀 Para los que gusten de visitar lugares históricos, el lugar de esa batalla se puede visitar.
🧵 Los hilos en Twitter (ahora X) de Manuel Gago incluye frecuentemente información aparentemente trivial pero que tiene mucha chicha histórica, como la de los nombres de los perros y la costumbre, en ciertas partes de Galicia, de tener cuervos como mascotas y darles un nombre. Hay mucha historia detrás, aunque casi nunca la sabemos ver.
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