👋🏼 Una nueva carta dominical para los que disfrutáis las historias familiares. Pronto, habrá novedades 📣 📣 📣 ¿Os mola la idea de regalar/auto-regalarlos investigaciones o árboles genealógicos? ¿Historias familiares? Por ahí, va la cosa. Mientras, aquí os dejo otra historia.
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Mi bisabuelo Gumersindo Sotelo secuestró a un cura. O quizá solo lo amordazó y le dio unos sopapos. Incluso algunos relatos rebajan la gresca a meras amenazas de muerte.
Lo indisputable es que al cura lo atacaron en su casa de Puga (Toén) y que en el rifirrafe participaron varios amigos de Gumersindo, entre ellos un tal Sixto.
También que el suceso se desarrolló de madrugada: la quedada a la orilla del Miño, el cruce del río remando una barca, el acceso al dormitorio del cura, el enfrentamiento, la obtención del botín y el regreso, imagino eufórico, a Santa Cruz de Arrabaldo.

Quienes recuerdan el hecho, no lo vivieron. Cuentan lo que escucharon siendo niños. Una suma de susurros, sobreentendidos, conversaciones entrecortadas y reconstrucciones involuntarias de la memoria.
Pero lo cautivador de esta historia es que los documentos confirman el núcleo de estos recuerdos. Y que mi hermano posee la prueba.
El hecho sucedió en 1913, hace 110 años. Pero el arranque de la historia ocurrió el año anterior. O quizá, sin sospecharlo Gumersindo, las raíces del suceso se enterraban y llegaban hasta 1853, casi 20 años antes de su nacimiento.
🗓 1912 - 1913
En abril de 1912 Gumersindo, de 38 años, estaba casado y tenía tres hijas. El día 27 se personó, junto con el cura don Gerardo Castiñeira Méndez, ante el notario del extinto municipio de Canedo, que dio fe y levantó un acta de compra – venta.
En ella consta que don Gerardo, párroco de Feá, vendía a Gumersindo una casa y unos viñedos “por razón de justos y legítimos títulos que no puede presentar en este acto, a pesar de la advertencia que le hice yo Notario de la conveniencia de verificarlo”.
En pago, mi bisabuelo entregó, ante el notario y dos testigos, 2.420 pesetas en monedas de plata y billetes del Banco de España. No firmó porque no sabía.
Tenía el dinero porque había emigrado dos veces a Cuba 🇨🇺. Allí, en los campos de Trinidad, se deslomó y ahorró. Cuando estuvo satisfecho, regresó para hacerse con una de las mejores casas que el dinero podía comprar en su pueblo.
En ese momento Cuba competía con Argentina como el principal destino de la emigración gallega. Buenos Aires era la ciudad con más gallegos de todo el mundo, seguida por La Habana. En tercer lugar aparecía A Coruña, en la propia Galicia.
La casa, de dos plantas, horno y patio, se había construido en el siglo XVIII por orden del Monasterio de Oseira, como parte de su estructura de inmuebles desde los que gobernaba el rico coto vinícola de Arrabaldo.
Arrabaldo es y fue parte de O Ribeiro. Ya en el siglo XIV sus vinos se exportaban a Inglaterra. Del Ribeiro era el primer vino que llegó a América, al menos del que hay constancia documental. Viajó en unos “pipotes” en el primer viaje de Colón en 1492.
Y al año de comprar la casa, Gumersindo la había perdido sin él saberlo. O eso era lo que le decía don Gerardo, exhibiendo un doble folio no timbrado de gramaje grueso. No tenía fecha y parecía firmado por un tal don José Carballal y un cual don Manuel Araujo, personajes que Gumersindo desconocía.
Según don Gerardo, el papel testimoniaba que el año anterior le había prestado 500 pesetas a Gumersindo y que había llegado el plazo de la devolución.
Don Gerardo, al parecer, aclaraba, que si Gumersindo no podía pagar, podía saldar la deuda dando la casa en pago.
👉🏼 Gumersindo se sintió estafado porque nunca había recibido esas 500 pesetas.
👉🏼 Gumersindo se sintió abusado porque no sabía leer.
👉🏼 Gumersindo se sintió indefenso porque con la Iglesia se había topado.
❗️❗️❗️RABIOSO❗️❗️❗️
Y de ahí surgió la idea de entrar a la casa del cura, acompañado de unos amigos, amparados en las sombras de la noche.
Y así se ejecutó el secuestro, que quizá solo fueron unos sopapos o quizá quedó todo en unas amenazas.
Lo incontestable de esa excursión de “me tomo la Justicia por mi mano” es que uno de los miembros fue un tal Sixto, pieza fundamental en esta historia porque él sí sabía leer.
Y es que el objetivo de la incursión en la casa del cura no era asustarlo ni hacerlo entrar en razón. Era más práctico: apoderarse del papel que consignaba la supuesta deuda de Gumersindo. Sixto lo encontró y el grupo se lo llevó.
Mi bisabuelo lo guardó hasta que falleció, en 1964, en la casa que había comprado con el dinero sudado en Cuba.
El papel pasó a mi abuela. Y luego a mi madre. Y ahora lo tengo yo, plegado y guardado entre las hojas del protocolo notarial número de 174/1912 de la Notaria del licenciado don Isauro Pardo y Pardo, que testifica la compra de la casa.
🗓 1853
Nunca sabré de dónde salió el deseo de mi bisabuelo, un labrador analfabeto, de tener una casa grande, sólida, con historia. Pero cuando reconstruí documentalmente hitos de las biografías de sus padres entendí que quizá ahí estaba el germen de un sueño.
Gumersindo era hijo de Bernardo Sotelo y de Manuela Gil, que entraron en la adolescencia como muchachos sin casa.
El año parteaguas en sus vidas fue 1853. Bernardo, huérfano de madre desde los 8 años, tenía entonces 11. En diciembre su padre enfermó, perdió la razón, se le declaró demente y murió. El hogar se deshizo, los hermanos se repartieron y la misericordia de los parientes los acogieron bajo techos extraños.
Ese mismo año, en el mismo pueblo, vivía Manuela, que desde hacía dos era huérfana de madre. Para ella el desaste de 1853 vino en forma de un desahucio, cuando su padre no pudo pagar la renta a la Casa de Ramirás.
Desalojados de su casa, los Gil sobrevivieron amparados por la caridad de familiares, vecinos y extraños.
En Galicia, 1853 se conoce como O Ano da Fame (el Año del Hambre). El año anterior el frío extremo, lluvias torrenciales y nevadas a destiempo habían arrasado las cosechas de una sociedad todavía rural.
Hubo hambruna, que desató enfermedades y llenó calles y caminos de mendigos. El año acabó con el cólera entrando por el puerto de Vigo. Siguió otro año de miseria, espanto y horror.
Bernardo y Manuela se casaron en el invierno de 1872 y tuvieron dos hijos vivos. Bernardo murió once años más tarde, cuando mi bisabuelo Gumersindo tenía siete. Lo mató un “achaque a la garganta” (¿difteria?). Fue tan rápido que no le dio tiempo a confesar.
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¿Qué historias oyen los niños de los hogares donde se vivió en la indigencia?¿Qué temen y qué sueñan?
¿Soñó Gumersindo con una casa con cimientos fuertes para los suyos?
🧏🏻♀️ Fantaseo que eso fue lo que él anheló.
Si fue así, mi hermano le sigue cumpliendo el sueño.
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🎡 Ideas para indagar en familias
📚 Azucre de Bibiana Candia, en gallego o en castellano. La epopeya basada en hechos reales de unos gallegos a los que otro gallego pretendió vender como esclavos en Cuba. ¿Adivináis en qué año sucedió el hecho? Pues sí, fue en 1853.
📚 La ciudad de los vivos de Nicola Lagioia. Verdad como la vida misma. A propósito del caso Sancho. El ser humano es un pozo insondable. Si lo leéis y os apetece comentar la posición de padres y madres en este libro, yo encantada de tener una charleta.
📚 Las primas de Aurora Venturini. ¿Lo habéis leído?
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