Y tú, ¿de quién vienes siendo?
Todo empezó cuando descubrí que tenía una tatarabuela de la inclusa. Esta es la historia.
Mi abuelo Sindo descendía de una niña abandonada. El lo sabía, pero nos lo ocultó a la familia. Su secreto, sobrevivió 20 años a su fallecimiento, se descubrió mediante una carta oficial.
Había llegado a mi buzón su certificado de nacimiento, que yo había solicitado al Juzgado de Paz de A Peroxa para comenzar armar el árbol genealógico. Al leerlo, la vista se clavó en una línea, la que decía “abuela materna María Dolores Iglesias, natural de la inclusa”. Me quedé perpleja.
Quizá nadie le dijo a mi abuelo, mientras fue niño, que su abuela paterna era una expósita. Pero es imposible que no lo supiera de adulto, cuando tuvo en sus manos una copia de su certificado de nacimiento, que necesitó para casarse, para librarse de combatir en la Guerra Civil y para sacar su primer DNI. Tampoco habló de ella salvo para contar una historia, que según él, era uno de sus primeros recuerdos.
Era un relato con tres protagonistas: el abuelo Sindo, de unos cuatro años, Teresa, su madre, y la abuela paterna. Vivían juntos y solos desde que el padre de Sindo, esposo de Teresa e hijo de la abuela había emigrado a La Habana. El año era, posiblemente, 1925, y el lugar un conjunto de casas rodeadas por viñedos en una ladera que se precipitaba hacia al Miño, tan en pendiente que se llamaba A Costa da Cabra.
Según contaba mi abuelo, cuando su madre Teresa salía al campo a trabajar, la abuela lo agarraba y metía en una gran marmita negra de hierro de las que utilizan en las aldeas para cocinar. Después, se sentaba, bebía vino y no le contestaba. Cuando se le pasaba el entumecimiento del alcohol, devolvía al niño a la libertad y hacía lo que podía en la casa.
Pero un día Teresa regresó antes de lo acostumbrado. Se encontró al niño gritando en un gran pote negro y a la suegra incapaz de explicar. Tomó a su hijo de la mano y no paró hasta llegar a la casa de sus padres, 5 km ladera arriba.
Entre mis primos y hermanos esa leyenda familiar se interpretaba como la excusa de la bisabuela Teresa para dejar la casa de la suegra contada a través de la memoria de un niño que a partir de ese momento se crió en casa de sus familiares maternos.
Pero saber ahora que la abuela de esa historia era “natural de la inclusa” añadía matices e interrogantes. Me pregunté quién habría sido esa Ana María Dolores y por qué mi abuelo podría haber decidido escondernos su origen. Esa intriga fue el inicio de viajes y solicitudes a archivos y registros para obtener decenas de páginas. Con ellas, como si fuera una arqueóloga, reconstruí los estratos de un quebranto.
Mi tatarabuela acababa de nacer cuando la abandonaron. Fue en la madrugada del 12 de enero de 1862 en el portal de la casa del alcalde de Sobradelo, Carballeda de Valdeorras. Ella fue uno de los 18.000 mil bebés abandonados ese año en España.
Al hacerse día, el cura de San Julián de Casoio la bautizó como Ana María Dolores, tres nombres para quien no tenía nada. También dejó por escrito que, en cumplimiento de la nueva ley civil, procedía a enviarla a la inclusa de la ciudad de Ourense, al otro extremo de la provincia, pero que a él, dada la distancia, le parecía una locura.
Desconozco quiénes fueron los encargados de transportarla, aunque imagino que siguieron el camino de arrieros y segadores que unía Galicia y León por Valdeorras-El Bierzo.
Ignoro si tuvieron miedo al oír los aullidos de las manadas de lobos o si calmaron sus temores escuchando historias del hombre-lobo Romasanta. Aunque ya estaba preso por el asesinato de nueve mujeres y niños en las montañas que la bebé y sus custodios iban dejando a su izquierda según avanzaban, los cantares de ciego mantenían vivo el terror que había causado. De ese viaje sólo sé con certeza que tras nueve días de marcha, Ana María Dolores entró a la inclusa.
[Segunda parte, la semana que viene]
⛏️ Herramientas
Cómo saber si tu apellido sugiere origen en la inclusa
Cómo investigar los archivos de la inclusa, una vez que se confirma que un pasado es “natural de la inclusa”, qué es posible saber y qué permanecerá una incógnita
🎢 Cosillas molonas
Esta semana mis recomendaciones cuasi-genealógicas son:
📚 Una saga familiar: Los Effinger de Gabriele Tergit.
🎧 El podcast Maruja, un cuento muy real en menos de 10 minutos
🔍 Pasa el rato en IG en la cuenta de Arquitectura del Orden. Ir, ver y (quizá) comprar en una de sus Puertas Abiertas está en mi lista de pendientes.
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