Bienvenida/o a Raíces y Ramas, crónicas viajeras de una señora de provincia. Si no estás suscrito, aquí puedes hacerlo.
Antes de comenzar la carta te comparto el artículo que he publicado en El País de España la semana pasada: Circuito por las provincias argentinas de Salta y Jujuy. Las dos me encantaron, pero Jujuy me fascinó.
En la carta de esta semana se desarrolla en los 1078 km a vuelo de pájaro que separan Villa Cerro Castillo (Región de Aysén) y Puerto Natales (Región de Magallanes y la Antártica Chilena).
Cerro Villa Castillo: el parque nacional y el pueblo
Este es otro pueblo chiquito en la Carretera Austral y aquí también me quedé sin conexión. Está, literalmente, bajo la sombra de las montañas que dan nombre al parque nacional de Cerro Castillo.
La tarde que llegué caminé al Paredón de las Manos que, posiblemente, tiene unos 3.000 años de antigüedad y también para ver la escuela creada, hace unas dos o tres generaciones, por los pioneros que poblaron esta zona.
Me encantó el mapa con el recorrido que hacían los niños de cada familia para ir a la escuela, generalmente a caballo, y que actuaba como un autobús para los niños con casas a lo largo de la ruta.
Hasta hace poco sólo se estudiaba en Villa Castillo hasta los 12 años. Después los niños, y sobre todo las niñas, continuaban sus estudios en un internado en Coyhaique.
Ahora han conseguido que el Estado les creara un liceo y ya se pueden quedar en el pueblo hasta la universidad, si es que desean continuar estudiando.
La entrada al Parque Nacional queda a unos 4 km del pueblo y se puede ir caminando. A la ida, me acercó el hijo de la dueña del hotelito en el que me estaba quedando.
En la entrada principal las guardias forestales impedían el paso a uno de los senderos más conocidos porque había helado esa madrugada.
No se podía hacer si no se tenían botas de caño alto y bastones de montaña porque había riesgo alto de resbalarse en la bajada de regreso y el parque no cuenta con equipos de rescate de ninguna clase.
Así que, junto con otros muchos, me fui al sendero de la Laguna de Duff, 11 km para cada lado.
Los primeros dos tercios son a través de un bosque con hojas cambiando de color: verdes, rojos, naranjas, amarillos…un festival de color.
Luego hay que aventurarse a cruzar una morrena para llegar al premio de una laguna con un color verde imposible.
A la vuelta, al salir del Parque Nacional, me decidí a hacer auto-stop. No me daba el cuerpo para caminar 4 km más hacia el pueblo.
Me paró una pareja que resultó ser de gibraltareños con auto alquilado. Hablaban español como si fueran andaluces y me reí mucho con ellos mientras hablábamos de un fenómeno que estábamos viendo en la Carretera Austral.
Hay muchos franceses, pero se mueven en bus (a decir verdad, si estás en un lugar remoto en cualquier parte del Planeta, antes o después te vas a encontrar con franceses. Son los más aventureros).
Pero, además, hay un buen número de holandeses, austríacos y alemanes que se han traído pequeñas furgonetas adaptadas como campers desde sus países. Las matrículas de la Unión Europea son muy fáciles de detectar, con su azul, su círculo de estrellas y la inicial de cada país.
Resulta que las envían en un contenedor por unos 3.000 euros hasta Montevideo o algún puerto colombiano y luego viajan hacia Argentina y Chile. Al acabar el viaje envían el auto de regreso.
Así siempre tienen transporte y alojamiento. Ahorran mucho y ven más.
El caos del cambio de hora ⏰
Al día siguiente al despertar noté que mis teléfonos marcaban una hora y mi reloj de pulsera otra.
Le pregunté a Google y me confirmó que Chile había cambiado la hora.
Saqué la conversación durante el desayuno y ahí me comentaron que en realidad no, porque era la primera vez que la región de Aysén había decidido optar por el modelo de la de Magallanes y no cambiar la hora, a diferencia de lo que hacía el resto de Chile.
Y ahí había un problema, porque yo había detectado el desfase entre teléfonos y reloj. Los teléfonos sí que la habían cambiado.
Encendimos la televisión. Salió un plató con gente en Santiago. En la esquina marcaba el horario de nuestros teléfonos de lo que había que inferir que todos los teléfonos en Aysén estaban marcando la hora equivocada.
De repente se esfumó una hora.
Corrí hacia la parada del bus. Había cuatro chilenos esperando que tampoco tenían claro qué hora era. Cuando llegó y nos embarcamos vimos que iba medio vacío. ¿Cuántos lo habrían perdido?
Al llegar al turístico Puerto Río Tranquilo el problema de desfase horario había pasado de ser un inconveniente a ser el caos.
Puerto Río Tranquilo o cuando la realidad supera a las fotos.📷
Este pequeño pueblo es la base más conocida para ir a conocer en barca las Catedrales de Mármol en el bellísimo Lago General Carrera, el más grande de Chile y que sigue por Argentina donde cambia su nombre a Lago Buenos Aires.
Los turistas con reservas no llegaban a tiempo porque venían con la hora equivocada que marcaba los teléfonos. Cuando llegaban, las barcas de su turno ya se habían ido, medias vacías.
Yo me embarqué en el último viaje del día. No me esperaba nada de un lugar que había visto en centenares de fotos, todas iguales. Pero al llegar a las cuevas, me encantaron.
Las formaciones son el fruto de la erosión del mármol causada por el agua del lago, que metamorfosea el color de azul a verde según incide la la luz del sol.
Hay una parte donde se puede ingresar con las barcas, pero en otras está prohibido desde que un bobo escribió en una de ellas: “María, te quiero”.
Espero que la tal María haya dejado al menso.
La Carretera Austral 🚌
Creo que a estas alturas la Carretera Austral merece que le dedique unos párrafos. También se la conoce como la número 7 y comenzó a construirse en la década de los 80 por el ejército chileno.
Hoy en día se ven obras de mejoras pero sigue teniendo zonas asfaltadas y otras de ripio.
La velocidad marcada varía entre los 30 y los 60 km/hora. Si se hace completa de Puerto Montt a Puerto O´Higgins implica cuatro pasos en barcaza.
Se puede acortar tomando barcazas desde Chiloé a diversos puntos de la ruta o desde Puerto Montt a Chaitén.
La otra alternativa es ir por Argentina un buen tramo, con el conocimiento de que por el lado argentino la mítica Carretera 40 está en algunas zonas en tan mal estado que hay un dicho que dice “la 40, a 20”.
Yo la recorrí en bus, aunque la belleza de tantos sitios por los que pasé merecía la pena parar y desviarse.
El gran problema de alquilar un auto es que si no lo devuelves en el mismo lugar el precio se dispara. También hay que asegurarse de comprar seguro para el parabrisas, ya que se ven muchos astillados y rajados porque en las zonas de ripio saltan las piedritas.
Hay un proyecto para construir una carretera que evite tener que tomar las barcazas. Hay al respecto dos opiniones. Por un lado, ecologistas y amantes de la Carretera Austral y su aislamiento que se oponen porque se destruiría bosque y se abriría el paso a turismo masivo, mineras y madereras.
Del otro lado está mucha gente local, que está cansada de falta de suministros o precios muy caros, especialmente ahora que en Argentina se han disparado y ya no les sale a cuenta cruzar la frontera para hacer sus compras.
En este trajín transnacional de mercancías conocí a un chico chileno que se está haciendo rico contrabandeando llantas hacia Argentina. Según sus propias palabras, está “ganando más que si estuviera en lo de la droga”.
También hablé en Puerto Río Tranquilo con tres argentinos que eran familia. Con la excusa de ver las Catedrales de Mármol viajaban cada uno en su auto porque venían a cambiar las llantas de sus coches. En Argentina el precio les era prohibitivo.
El color del agua 🏞
El color del agua en la Patagonia también merece unos parrafitos.
Nunca he visto agua igual.
El color de lagos y ríos los da los glaciares, los minerales y la incidencia de la luz.
Azules índigos, turquesas, cielo, acero, marino y casi Prusia que mutan en negro o en verdes esmeralda, selva, jade o esmalte de uñas pop de los años 70.
A veces es como ver el mar Caribe, pero corriendo desbocado porque es un río, como cuando vi la Confluencia del Baker con el Neff y ahí de nuevo se me abrió la boca.
Un par de minutos más tarde tuve la suerte de ver una manada enorme de guanacos a ambos lados de la carretera.
Cochrane y los huemules 🦌
Cochrane es una ciudad de menos de 4.000 habitantes a 988 km de Puerto Montt. Aquí la ganadería todavía sigue siendo importante aunque mi interés radica en que es una puerta de acceso al Parque Nacional Patagonia.
Si hubiera tenido coche hubiera ido al sector Jeinimeni, pero como no lo tengo me he conformado con el de Tamango, que está a apenas 4 km de Cochrane.
Mi interés en el Parque Nacional son los huemules, de la familia de los ciervos y que sólo hay en los Andes del Sur y están en peligro de extinción. Se calcula que quedan en torno al millar.
El huemul está en el escudo de Chile y en el sello de el P.N. Patagonia. Yo no los he visto y me he tenido que contentar con comprar una botella de agua con su imagen y con caminar por los bosques que ellos transitan.
También recorrí el sendero de Los Carpinteros. Por el camino se escucha a los carpinteros magallánicos con su toctoc fortísimo e incluso a veces se pueden ver sus hermosas cabecitas rojas. El sendero acaba en un mirador bello.
A la salida del Parque Nacional hice auto-stop hasta Cochrane. Me paró un matrimonio que me acercó a la ciudad.
Tortel, donde las pasarelas de madera hacen de calles 🪵
A dos horas y media de Cochrane está Tortel y para mí es el final de la Carretera Austral. No hay autobuses diarios a Villa O´Higgins y no me da tiempo para regresar para tomar la barcaza comunitaria en la que tengo billete para la noche del sábado 12.
Tortel es un pequeño pueblo de gran belleza al borde de un fiordo donde no hay ni calles ni aceras ni coches. Hasta 2003 ni siquiera había carretera que conectara con las afueras del pueblo.
Está tan empinado que la única manera de avanzar es por pasarelas de madera de ciprés que suben, bajan y rodean el fiordo. El día que estuve llovía mansamente, dándole a Tortel un aire de pueblo de cuento, fruto de la imaginación y no de la realidad.
El barco de conectividad🚢
Es un barco que se asemejaba a un autobús y las comidas a las de un internado en época post-franquista.
Es pequeño porque navega entre fiordos. Es muy barato, incluso para los extranjeros, que pagamos el triple que los chilenos y es una experiencia única.
En el Crux Australis compartimos locales, turistas, autos y mercancías. Al final el trayecto se alargó hasta 43 horas.
Paramos en Puerto Edén, que sólo está conectado con el resto del mundo por este barco (y allí me comí una empanadilla de mariscos).
Navegamos viendo picos nevados, a pesar de que estamos a principios del otoño y corrimos por la mini cubierta cuando vimos una manada de delfines.
Jugué a las cartas, compartí comidas y conversaciones con desconocidos. Leí una novela. Escuché una serie de ficción de podcasts. Vi un paisaje hermoso, pensé y dormí.
Es una experiencia.

Puerto Natales y Torres del Paine 🐆
La carta ya va muy larga así que me limito a decirte que el sendero desde Laguna Amarga a base Torres del Paine es espectacular.
El bosque de lengas presumía de sus colores otoñales y no había niebla tapando las Torres.
El último kilómetro es en ascenso por una morrena. Es duro.
A la vuelta, cuando ya anochecía, vi tres cachorros de puma.
No es raro verlos al principio o al final del día pero, honestamente, yo los vi porque un grupo de senderistas delante mía se paró y todos miraban hacia el mismo sitio. Estaban muy callados con lo que, obviamente, estaban viendo algo muy interesante.
Un desconocido que se encontraba en el sendero a mi lado me ayudó a ubicarlos usando primero el zoom del teléfono. Cuando vi uno y supe ubicarlo en la loma de enfrente, ya vi a ojo desnudo los otros dos.
Quedé muy agradecida: a los pumas, a la Naturaleza y a ese desconocido que tuvo tiempo para enseñarle a una señora muy miope dónde estaban los pumitas.
Y hasta aquí la carta de hoy. De Puerto Natales, donde hay una destilería de ginebra fabulosa que se llama Last Hope, me fui a Punta Arenas, una ciudad de la que tengo mucho que decir, pero ya en otra carta.
Cuídate y a tu salud.
Abrazos.
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🥰 Gracias mil por estar ahí. Esta carta te la envío desde Valdivia. Ya he dejado el sur y voy camino de Santiago de Chile para tomar un avión y cambiar de continente.
Hermosa tu descripción, felicidades!
Hermoso