👋🏼 Hola, ¿cómo estáis?
Ultima Carta que envío desde la que fue mi casa por tantos años. El próximo domingo votaré en las elecciones autonómicas y a continuación, me iré. Ese mismo día. Dentro de dos domingos la Carta saldrá desde otra ciudad, otro país, otro continente.
Como dicen por ahí: stay tunned.
Aquí va la segunda entrega de mis mujeres siempre por lado materno.
✍🏼 La semana pasada, escribí sobre mi madre, mi abuela María y mi bisabuela Estrella. Estas son las otras:
👉🏼 Mi tatarabuela: Florinda Carrión VAZQUEZ (1858 - 1897)
Doña Florinda.
Ella fue la primera de mis mujeres con el tratamiento de doña. Era heredado de su padre, don Jacobo Carrión.
Fue también la primera que no fue ni hija ni esposa de labriegos, ya que su padre fue maestro y su cónyuge, carabinero.
También fue pionera en residir fuera de la provincia en la que nació. Acompañando a su marido en sus destinos llegó hasta Cataluña, en el otro extremo de la península.
En todo lo demás, fue una mujer con abundantes puntos en común con las mujeres que la precedieron: huérfana de padre en la infancia, viuda joven con criaturas a su cargo y una muerte temprana, a los 39.
El tema de su vida fue la tuberculosis. Mató a su padre, a su esposo y a ella. Afortunadamente, no llegó a ver la agonía y muerte de su hija pequeña, su María de las Mercedes, víctima de la misma bacteria.
👉🏼 Mi trastatarabuela: Mariana Vázquez ALANIS (1839 - 1905)
Mariana fue una sobreviviente. Una resiliente, antes de que existiera la palabra.
Nació siendo hija póstuma
Cuando tenía ocho años, su madre murió trágicamente
A los 12 se casó, o la casaron
Su marido fue don Jacobo Carrión Lozano, el maestro del pueblo y dueño de un pequeño capital con el que cada año ganaba las subastas de los impuestos de las sisas en las parroquias vecinas.
Ella era apenas una adolescente, él ya había cumplido los 37.
Los testigos de la boda me llamaron la atención. Fueron el viudo/segundo marido de la madre de Mariana y Carlos Martínez – su tío abuelo–, que había ejercido el mismo papel en los dos matrimonios de su difunta madre.
¿Qué pasó aquí? ¿La casi-adolescente novia se sintió acompañada por estos dos hombres o presionada?
A los 20 años Mariana fue madre. Los siguientes dos los dedicó a cuidar a su bebé –mi tatarabuela Florinda–, y a su marido, enfermo de tuberculosis. Quedó viuda con 22 años y una criatura de dos.
Sin medios económicos y sin profesión, eligió la salida que se le presentó: un nuevo matrimonio a los dos años de enviudar. En los siguientes años fue madre de cinco niñas.
La vida le trajo quedar de nuevo viuda, enterrar a dos hijas y a una nieta.
Dejó de sufrir en el invierno de 1905. Había sobrevivido 69 años sin volverse loca.
👉🏼 Mi quinta abuela: Carmen Alanís MARTINEZ (1803 - 1847)
Siento congoja cuando pienso en dos mujeres de mi familia. Una es Ana María Dolores Iglesias, la niña que fue abandonada al nacer en un patio una noche de invierno. La otra es Carmen, también conocida como Carmela.
Se casó con con 23 años con un mozo de la misma parroquia y a los 35 se quedó viuda. Su marido se había muerto de repente “de costado”. Ella estaba embarazada de mi trastatarabuela Mariana de unas tres semanas.
Viuda, analfabeta, sin propiedades, con sus padres ya fallecidos y con niños pequeños en la casa. Y otro viviendo de camino.
Encontró la solución casándose. Tres meses menos dos días después de enviudar, con la tripa ya difícil de ocultar.
Fueron padrinos de su boda Carlos Martínez, su tío paterno, y su esposa. Los mismos que ya lo habían sido en su primer matrimonio.
Nueve años más tarde era Carmen la que moría. De parto. La criatura no salía y, en la locura del momento, su propio esposo “sacó a una niña del vientre de su madre”. Carmen murió reventada. Su bebé, dos días después.
👉🏼 Mi sexta abuela: Gabriela Martínez BELLO (1769 - 1832)
El récord histórico de Gabriela es escaso. Se casó relativamente mayor, al punto de cumplir los 34, con un hombre al que seguramente conocía de toda la vida.
Y es que el novio, Nicolás Luis Antonio Alanís Taboada, era un campesino de 40 años cumplidos de la misma parroquia, aunque del barrio de A Granxa.
Allí residió el nuevo matrimonio que resultó ser fértil y afortunado. Tuvieron cinco niñas seguidas y luego, en 1811, un niño. Y ahí pararon, o los paró la Naturaleza. Todas las criaturas llegaron a adultas, sus padres tuvieron la dicha de no ver morir a ninguno.
Nicolás falleció “impensadamente”, según descripción del cura, en la primavera de 1824. No le dio tiempo ni a confesar, ni a comulgar ni a recibir la Extrema Unción.
Ocho años más tarde, fue Gabriela la que falleció. Quizá pensando en el “impensadamente” de su difunto marido, ella sí recibió “con gran devoción” los sacramentales, todos ellos.
No testó. En su entierro oficiaron seis curas.
👉🏼 Mi séptima abuela: Úrsula Bello VAZQUEZ (1740 - 1820)
Úrsula nació en Vilamoure (Punxín), pero se casó con Sebastián Martínez de la Torre y se fue a vivir a Santa Cruz de Arrabaldo, el pueblo del marido.
Los Martínez y los Torre eran de allí de siempre. Lo que quiere decir desde al menos 1700, la fecha de los libros sacramentales más antiguos que se conservan en esa parroquia.
Es ficción imaginar cómo se conocieron, pero no es descabellado especular que fuera en la romería de San Trocado.
Cada 15 de mayo, los vecinos de Santa Cruz de Arrabaldo se unían a los de parroquias de Punxín, Cenlle y San Amaro y subían caminando por el monte, en procesión distintas, que se unían al llegar a la cima, en la capilla del santo. Y allí, lo sacaban en procesión: una imagen quasi-enana envuelta en ropajes rojos, con un rayo en la mano.

Le pedían, con devoción, que parase las granizadas a destiempo, que las tormentas no arruinaran las cosechas.
El santo parece que casi siempre cumplía. Quizá le ayudaba que aglutinaba los poderes de su Iglesia con los de los dioses de los pueblos antiguos. Al fin y al cabo, la capilla se levanta sobre un castro.
Sea como haya sido, Úrsula y Sebastián empezaron su vida de casados en Casardomato, el barrio ¨comercial¨ de Arrabaldo.
El matrimonio pronto comenzó a trabajar más tierras que las que le tocaron por herencia. Aparecen en numerosos protocolos notariales –a veces solo Sebastián, otras los dos esposos– como foreros para trabajar las tierras del Monasterio de Oseira, de la Iglesia de San Pedro de Trasalba, del Conde de Ribadavia y de otros señores menores.
Siempre se trata de viñedos en parroquias vecinas y se obligan a pagar la renta anual en moyos o en olas de vino blanco “de buen olor, sabor y color”.
Los contratos se acordaron por la duración “de la vida del rey presente Carlos III y dos voces”.
Dos voces significa durante la vida de los dos siguientes monarcas. Ninguno de ellos podía haber imaginado que en Francia habría una revolución, que un tal Napoleón se proclamaría emperador y que impondría a su hermano José como Rey de España, creando confusión en la cuenta de las “voces”. ¿Se debería contar el fin del reinado de Pepe el Botella? ¿O ese no contaba como rey?
Las condiciones más estrictas eran, siempre, las impuestas por los monjes de Oseira ya que Úrsula y Sebastián debían pagar la renta…
“aún cuando suceda por algún caso fortuito que suceda del cielo a la tierra por ordinario o extraordinario no pueden pedir descuento. Responden del pago con sus personas, bienes muebles y raíces presentes y futuros”.
Úrsula falleció con 60 años en 1820. Llevaba 9 de viuda.
Poco antes llegó a saber de la expulsión temporal de los monjes de Oseira y de las turbas que, hartas de siglos de pagos de foros, luctuosas y otras servidumbres, asaltaron y vandalizaron el monasterio.
En su entierro hubo 8 sacerdotes y responso cantado. No era rica, pero no murió siendo pobre.
👉🏼 Mi octava abuela: Juana Vázquez ? (?-?)
De Juana sé muy poco, ni su apellido materno ni sus fechas de nacimiento o muerte. Sólo que se casó con un tal Vicente Bello y que vivieron en la parroquia de San Estevo de Vilamoure (Punxín).
Y ahí arranca mi historia materna. Lo que hay para atrás, es mi prehistoria y carezco de prueba documental.
Nunca he visitado San Estevo de Vilamoure. Un pendiente que me queda…Para cuando regrese a Europa.
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